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El arte y la cultura si pueden combatir la violencia: Lucina Jiménez

Feria del Libro Los Mochis 2016

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Los Mochis, Sin., domingo 20 de noviembre de 2016

Comunicado de prensa No. 1235

* “Los lenguajes artísticos abren las posibilidades de convivencia democrática, a través de la inclusión y el reconocimiento de las diferencias”, dice la autora-coordinadora del libro: Arte, Convivencia y Educación para la Paz, en la Feria del Libro Los Mochis 2016

* “Con esta serie de artículos de programas de intervención se demuestra que es posible trabajar para la reconstrucción de una sociedad más democrática a través del arte”: María Luisa Miranda

* Estas propuestas  para  trabajar con el conflicto, desde el arte y la cultura, abren las perspectivas de nuevos caminos a emprender en sociedades del miedo como la nuestra: Ronaldo González

La educación en el arte, la capacidad transformadora de éste y su forma de influir y sensibilizar a la sociedad a través de otro lenguaje, pueden ser motores de transformación social, y construir sociedades de paz (de no violencia), porque permiten desarrollar capacidades para la convivencia  pacífica en la diversidad.

Tal es la premisa con la que la doctora en Antropología, Lucina Jiménez, presentó, en el marco de la Feria del Libro Los Mochis 2016: Arte convivencia y educación para la paz, trabajo editorialen el cual funge como coordinadora, con la presentación desde diversas disciplinas y enfoques metodológicos 13 prácticas que trabajan desde lo artístico una educación que lleve a una cultura democrática, de no exclusión, y de no violencia.

La cultura y la artes combaten la violencia, y se puede hacer educación para ello, pero a través de prácticas artísticas donde no prive un lenguaje cerrado de exclusión, sino de inclusión; donde no haya divisiones de territorios donde unos se denominen cultos y otros no lo sean, o no tengan derecho a vivir la experiencia del arte, expuso Lucina Jiménez, miembro del Grupo de Expertos en Gobernanza para la Cultura y el Desarrollo de la Unesco, y del Grupo de Expertos para la Agenda 21 de la Cultura.

“El arte se ha mantenido lejano a la práctica democrática, con un sistema cerrado  donde los ciudadanos no tienen acceso, cuando éste es constructor de autonomía, de personas más sensibles, en donde se puede sentir, tocar, ver; es otra manera de salir a la vida, la naturaleza nos dio muchas posibilidades para aprovecharlas: el arte es un derecho humano”, señaló.

En la sociedad se ha manejado por un lado esta exclusión de los ciudadanos, y la generación de la violencia que ello conlleva, se vuelve sistémica, se vuelve neuronal, se naturaliza,  y éste es el entorno propicio a ésta, a la división, “todos podemos transitar en el arte, no porque todos vayamos a ser artistas, sino porque tenemos derechos culturales, y en estos momentos, la mayor parte de la ciudadanía, está excluida de éstos”.

Por otro lado, la cultura y las artes combaten la violencia, pero sólo si el artista trabaja con su entorno, “cuando le pones a alguien una práctica artística que no tiene que ver con lo que vive la persona, no puede cambiarlo”, expuso.

Y no porque trabaje arte la persona va a ser más tolerante: “puede haber artistas homofóbicos…no cualquier proyecto artístico plantea una transformación social y una cultura en comunidad”, comentó la experta en gestión cultural.

Otro plus que ofrece el arte, “es que es un acto de equidad, genera la capacidad de un pensamiento complejo, abstracto y esta potencialidad a su vez desarrolla otras metodologías y les permite a jóvenes y niños incursionar en otros campos como son los de la ciencia”.

El libro que presentó en Los Mochis, bajo la edición del Fondo de Cultura Económica y la Secretaría de Cultura muestra 13 trabajos de intervención artística realizados en diferentes países y estados de la república donde los autores (artistas, investigadores y promotores) pueden dialogar con los otros, mediante un lenguaje sencillo, acompañado de un  glosario, desentrañando cómo le hicieron para realizar dicho trabajo, basados en la crítica de la educación artística y la premisa de la educación como factor de cambio.

Asumir nuestra realidad, lo que somos es buen principio para plantearnos acciones que nos lleven a mejores resultados; la de Sinaloa se parece a la de otros estados y de otros países, por eso con programas tan importantes como Agenda 21 de la cultura,  podemos llegar a buenas conclusiones que vayan a favor de la sociedad, indicó María Luisa Miranda Monrreal, directora general de ISIC, quien fungió como comentarista de este libro.

En estas realidades de esas otras ciudades en las que existe la violencia nos reconocemos, y nos parece que en mucho hemos fallado, pero, ¿Hasta dónde es nuestra responsabilidad y hasta dónde tenemos que  actuar?, se  planteó Miranda Monrreal.

Porque la violencia se vive en el hogar, con los conflictos que se tienen con los vecinos, pero también se magnifica en los medios de comunicación y las redes sociales, lugar en el que aparecen fenómenos como el bullyng, el cutting, y tantos otros que acrecientan las diferencias, pero también las que desencadena una política pública no incluyente de la diversidad, expuso la directora general de ISIC.

Por ello trabajar en disminuir las diferencias y las distancias, desde la cultura y el arte, es un camino ideal, y es el que se persigue a través del comité y los integrantes plurales de la Agenda 21 de la cultura en Sinaloa, comentó.

Con esta serie de artículos de programas de intervención se demuestra que es posible trabajar para la reconstrucción de una sociedad más democrática a través del arte, comenta María Luisa Miranda

Ronaldo González Valdés, ensayista y sociólogo, maestro e investigador de la UAS, y ex director de DIFOCUR (hoy ISIC), también comentarista del libro, señaló que estos ejemplos son un  muestrario excelente de 13 experiencias en ciudades mexicanas y europeas, en las que se expone una metodología interdisciplinaria de la no violencia, que no tiene que ver con la numeralia, en lo económico, como indicador del desarrollo, sino con la dimensión de cultura y educación como punto de llegada.

Al citar cada una de las experiencias detalladas en esta serie de artículos, en las que se interviene desde el arte y la cultura  para la  prevención y el combate a la violencia, González Valdés dijo que dichos resultados, nos llevan a reflexionar acerca de cuánto vale la cultura, y parece que el valor de ésta no tiene que ver con la rentabilidad, y con el consumo cultural;  “hay que ir más allá de eso, de las numeralias, de los informes, de las actividades que se vuelven burocráticas”.

 Respecto a los entornos que se trabajaron González externó: “Vivimos en sociedades del miedo, donde, por un lado, existen los grandes bunkers en fraccionamientos privados, y por otro, sectores periféricos desprotegidos: una  cruda realidad de diferencias y hay que entender que  la diversidad que no se gestiona genera conflicto”, expuso el colaborador de la revista Nexos.

“La globalifobia, la gente xenofóbica levanta las banderas de la exclusión y del racismo, ahí en Culiacán tenemos varios ejemplos, en colonias como las Coloradas y otras de la periferia, de vivencias de exclusión: nos están impactando ya en la vida social y nos van a afectar”, advirtió.

Las metodologías que se comparten en este libro,  ahí detalladas, a través de diversos casos en Barcelona, Guadalajara, Veracruz, Ciudad Juárez  y algunas otras ciudades,  nos pueden “iluminar en los caminos que nos faltan por recorrer y estaremos siempre dispuestos a acompañarte”, dijo González Valdés a Lucina Jiménez, de Agenda 21 de la cultura en Sinaloa, quien coordina los trabajos correspondientes a la agenda de esta área  del 2016-2018.

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