El verdadero “Elíxir de amor” en esa ópera, es la música de Donizetti: Gerardo Kleinburg

Culiacán, Sinaloa, jueves 07 de octubre de 2021

Comunicado de prensa No. 943

El verdadero “Elíxir de amor” en esa ópera, es la música de Donizetti: Gerardo Kleinburg

* El crítico dio una charla como parte del inicio de la Temporada SAS PROFEST, previa a la presentación en línea de esa ópera, este sábado 09, con la OSSLA y Enrique Patrón de Rueda

Culiacán, Sin.- Al ver la famosa ópera ‘El elíxir de amor’, “podemos sentir que el verdadero elíxir de amor no es ese vino tinto que ingenuamente compra Nemorino al charlatán, sino el que Donizetti prepara y cocina para nosotros con su música, un elíxir de extraordinaria factura, que al bebernos todos en esta ópera, se convierte en una pócima que nos atrapa, que nos hace sonreír, nos hace sentir bien y  nos ofrece además una música de primerísimo nivel”.

Así se expresó el maestro Gerardo Kleinburg, crítico y divulgador operístico mexicano al ofrecer una charla introductoria en torno a la gran ópera del italiano Gaetano Donizetti (Pérgamo, 1797- 1848), quien dijo que “el verdadero doctor, el verdadero médico de almas en esta ópera, es el mismo Donizetti, que con esta historia a veces hace que nos asome una furtiva lagrimita”.

La charla fue presentada como parte del inicio de la Temporada SAS – PROFEST, de la Sociedad Artística Sinaloense, que también cuenta con el apoyo del Instituto Sinaloense de Cultura, y es un acercamiento a la presentación en línea de dicha ópera, este sábado 09 de octubre a las 19:00 horas (tiempo del Pacífico), a través del portal www.sas.org.mx, donde los interesados pueden registrarse gratuitamente, usando su correo electrónico.

La producción de la SAS e ISIC está a cargo de más de 120 artistas y músicos de la Orquesta Sinfónica Sinaloa de las Artes, bajo la dirección del Mtro. Enrique Patrón de Rueda, con la participación de la soprano Ana Capetillo, el tenor Mario Rojas, el bajo barítono Daniel Noyola, el barítono Juan Carlos Heredia, y la mezzosoprano Angélica Mata, así como coros.

Donizetti “no fue un chico superdotado; era de familia bastante pobre, pero fue descubierto por un compositor alemán de su tiempo por su bella voz (incluso pudo ser un castrato, pero no llegó a tener esa desdichada suerte)”, quien avanza con base en becas y apoyos”.

Donizetti compone para gustar, no busca innovar ni quiere la complejidad, sino solo apelar al público, en una industria operística tipo Hollywood, que desecha lo que no gusta, que busca lo nuevo, que si funcionas te quedas y si no te vas, a una velocidad vertiginosa que va en contra de trabajos innovadores, sino que apela a fórmulas ya aceptadas y que faciliten el trabajo”.

Así, Donizetti se abre camino y pronto se convierte en el rey de la ópera en Nápoles, puesto que tenía Rossini, y que le permite tener mando, dirigir, incidir en el quehacer operístico, y empieza a tener fama. Eran años en que los autores tenían continuos problemas con las distintas censuras de Italia, según la región, hasta que, lo mismo que Rossini, emigra a Francia, donde la censura en menos rigurosa y ya con más libertad y más dinero, pasa un largo periodo en París y luego en Viena.

Comentó el gran trabajo realizado con operas cómicas, pero también romántico, comedias serias basadas en la época de los Tudor, hasta que en el periodo de 1830 -1835, tenemos dos óperas representativas, que nos muestran a un compositor versátil, como son “El elíxir de amor” y la gran “Lucía de Lammermore”.

Es una época en la que Donizetti se ha quedado solo: Rossini se ha retirado tras componer “Guillermo Tell”, y Bellini ha muerto trágicamente mientras que Verdi es apenas es una figura tardía, nada precoz, que aún no figura. Eso permite a Donizetti ser amo y señor, con una maestría y dominio pleno de todos los estilos operísticos que existen, pero sin inventar nada nuevo, con un teatro musical amado, accesible, alegre y de buenísima factura.

“El elíxir de amor” (“L'elisir d'amore”), es subtitulado “melodrama jocoso”, o sea que no es una ópera bufa ni es una obra romántica, aunque tiene su vena romántica, con elementos melosos, dulces, pero también graciosos, sobre un joven desesperado porque no puede enamorar a una chica.

La obra surge en 1832 cuando el empresario Alessandro Lannari, ante un encargo frustrado, le pide a Donizetti que componga una ópera de inmediato, para llenar un hueco, y que el autor compone “a una velocidad de caligrafía para escribir todas esas notas en dos semanas”, lo cual “es inverosímil y es pasmante”.

Donizetti se siente en libertad de escribir porque sabe que no habrá censura, y desde su estreno, el 12 de mayo de 1832, el éxito fue clamoroso, delirante e instantáneo, con 32 días en cartelera, y desde entonces nunca ha dejado de representarse, por lo que es una de las óperas más representadas en el mundo.

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