Entre poemas y charla de amigos recuerdan a Rosa María Peraza

* Brindan en su honor en el Centro Sinaloa de las Artes Centenario

* Rememoran diversas facetas de su vida y su obra

Culiacán, Sin., Jueves 29  de Enero de 2015

Comunicado No. 57

En el marco del programa Un brindis por Rosa María, desarrollado en el patio del antiguo Mesón San Carlos, sede del Centro Sinaloa de las Artes Centenario, se presentó el libro póstumo de la poeta Rosa María Peraza (1943-2014), Destierro de lo blanco (ISIC 2014) en un acto en que se rindió un homenaje a la reconocida poeta, actriz de teatro, promotora cultural y conductora de televisión.

El acto, organizado por el Instituto Sinaloense de Cultura, congregó a familiares, amigos, admiradores y compañeros de ruta de Rosa María, en el que poemas, anécdotas, recuerdos, sonrisas y aplausos se desgranaron en honor a esta mujer fallecida en diciembre pasado.

El acto abrió con la lectura de los poemas que integran el libro Destierro de lo blanco, editado por el Instituto Sinaloense de Cultura el año pasado y que ya fue presentado en Mazatlán y quedó pendiente de presentarse en Culiacán. Le dieron vida las voces de sus amigas Martha Salazar, Inga Pauwells, Alicia Montaño, Claudia Apodaca y Luiza Millán.

Títulos como Recado, Ventana al tiempo, Quise decir, Llanto rojo, JEP, Rumor de llantos, Jesús en vela, Carta a mis padres, Canción de septiembre, Hoja en blanco, En el rancho de Sandra Robles, Destierro de lo blanco y Oración, fueron leídos  con las voces entreveradas de estas mujeres que la acompañaron durante su trayectoria de vida, y quienes al final alzaron la copa de la amistad para brindar por la ausente.

El acto había iniciado con la proyección de fotografías, con música de su hijo, el guitarrista clásico Pavel Meza, y tras la lectura de poemas, continuó con los comentarios que del texto hicieron los escritores Jesús Ramón Ibarra y Juan Esmerio Navarro, y comentarios y anecdotario desde distintas facetas de su vida por el teatrista Rodolfo Arriaga, la poeta Rosy Palau y, destacando el valor de la amistad, el escritor y periodista Ulises Cisneros.

El poeta Jesús Ramón Ibarra comentó que  “este es un acto de justicia poética y de justicia humana”  y recordó cómo conoció a Peraza en 1988, cuando se encargaba de organizar eventos literarios en la Casa de la Cultura de la UAS y de cómo su presencia sirvió para poner muchos de los cimientos de lo que hoy tenemos en el ámbito literario.

De su libro Destierro de lo blanco, leyó el prólogo que le hizo,  en el que indica que “su honestidad para escribir es ineludible; es un poemario sencillo, sin artilugios en el que reina lo ordinario… Un libro que dialoga con la tradición, por lo que está lleno  de certezas”, dijo.

A su vez, el poeta y cuentista Juan Esmerio comentó que quizá sea este el libro más maduro de Rosa María, con un título muy afortunado, que significa una toma de postura, y un testimonio de vida pero también un testimonio poético, con mucho de premonitorio sobre lo que iba a suceder en las primeras semanas de diciembre pasado.

A su turno, la poeta Rosy Palau hizo un recuerdo de la poeta desde la poesía misma. “Su ingenio le daba para decir en unas cuantas palabras lo que a muchos nos costaba muchas más”, dijo, y evocó anécdotas de reuniones caseras donde se compartían poemas y canciones.

Rodolfo Arriaga, quien conoció a Peraza desde el mundo del teatro, narró cómo se conocieron allá en el 80,  y de cómo coincidieron tras el regreso de Oscar Liera a Culiacán, para fundar el Taller de Teatro de la UAS, en donde actuaron juntos y, a la muerte de Liera, le tocó dirigirla en varias obras, entre ellas Las Juramentaciones.

“Ella tenía un encanto muy especial, una voz cómica muy importante, y Oscar la limitaba con partecitas de obras, en las que era pura imagen” “Una de sus grandes virtudes fue saber adaptar su ego a la colectividad a través de la disciplina; cuando llegó al teatro ella ya era una poeta reconocida y tuvo esa generosidad de entrar al mundo del teatro siendo una figura en la poesía”.

Por último Ulises Cisneros evocó de Rosa María la amistad y la lealtad a toda prueba. A través de diversas anécdotas, recordó esos valores. “Yo sé del amor y la amistad porque hace mucho tiempo encontré en mi camino a una Rosa”,  dijo al inicio de su participación, en el que expresó que venía a este acto “como portavoz de los amigos de Rosa María”.

“Ella hizo del amor y la amistad una profesión de fe; podíamos tener diferenticas, pero por sobre ellas, siempre prevaleció el sentido de la amistad; como amiga fue siempre inalterable y es un honor haber tenido el privilegio de tratar y vivir con un ser tan amoroso como persona”, dijo.

Al término del acto, habló María Luisa Miranda Monrreal, directora general del Instituto Sinaloense de Cultura, quien destacó entre las virtudes de Rosa María, la fortaleza: “Yo no la conocí de niña ni de jovencita; la conocí en los noventa pero me llama la atención una virtud que sumaré a las muchas que se han recordado esta noche: Su fortaleza, su enjundia, como dicen aquí los sinaloenses, ese estar haciendo siempre caminos. Estos días que viví problemas de salud, ella me regaló su fortaleza, esa energía que es lo que creo que debemos acuñar todos en los momentos difíciles”

Dijo que fue “una mujer que despertó nuestra admiración y a nombre del Gobernador, quiero tributarles a sus familiares y amigos este momento tan importante en que exaltamos su obra y decir que este legado es para el engrandecimiento de la vida cultural de nuestro estado y lo agradezco a nombre de los sinaloenses y de los mexicanos, ya que su obra ha trascendido y trascenderá en el tiempo”.

Fue un acto emotivo, ante un escenario diseñado por la pintora Sandra Robles, en el que se rememora la confortable sala de una casa, con su ramo de rosas en una esquina, velas en sus candelabros,  su sombrero de ala corta en el perchero, copas en la mesita de centro y un ambiente entre amigos.

El público presente, en asientos dispuestos en semicírculo; al frente sus hijos Pavel y José María (ausente Charlie, el que se fue a vivir a España) y sus nietos; sus hermanos, sus amigos de toda la vida, desde don Miguel Tamayo Espinoza hasta el diputado y ex presidente municipal de Culiacán, Jesús Enrique Hernández Chávez, y hasta el fondo, el patio lleno de amigos, admiradores, conocidos, la mayoría sentados pero muchos de pie o sentados en las escalinatas del viejo edificio.

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