La contralto Ana Caridad Acosta transmite dolor por los niños muertos

Culiacán, Sin., Viernes 31 de Octubre de 2014

 No. 1171

Dirige Manuel de Elías, de quien tocan Bosquejos para una ofrenda

Fue un concierto impresionante por la temática, alusiva al Día de Muertos, con la doliente voz de la cantante guanajuatense Ana Caridad Acosta, contralto de fama internacional, quizá la primera que pisa el escenario del Teatro Pablo de Villavicencio, y con la habilidosa dirección del maestro Manuel de Elías, de quien se incluyó la pieza Sonante N° 11, Bosquejos para una Ofrenda.

Esa fue la oferta de la Orquesta Sinfónica Sinaloa de las Artes al reanudar el pasado jueves por la noche su programa regular dentro de la Temporada de Otoño 2014, con un público expectante, ante la presencia de la contralto con una pieza cuyo título, en sí, resulta inquietante por sus implicaciones: Canciones a los niños muertos (Kindertotenlieder, en alemán), música de Gustav Mahler con base en cinco poemas del alemán Friedrich Rückert.

La pieza, en un tono sombrío y doliente, atrapa desde los primeros versos (La desgracia me ha ocurrido sólo a mí,/ mientras que el sol brilla para todos), y aunque cantada en alemán algo del dolor de la cantante se transmite a los presentes.

La historia de la obra musical es también inquietante: Los poemas fueron escritos en 1833–1834,  después de que dos de los hijos del poeta fallecieran en un intervalo de dieciséis días; Mahler los retomó para convertirlos en lieder, entre 1901 y 1904. Se titulan con el primer verso de cada poema: Nun will die Sonn' so hell aufgeh'n ( Ahora el sol saldrá radiante); Nun seh' ich wohl, warum so dunkle Flammen (Ahora entiendo porqué tan oscuras llamas), Wenn dein Mütterlein (Cuando tu madre…), Oft denk' ich, sie sind nur ausgegangen(A menudo pienso que sólo han salido), y In diesem Wetter! (¡Con este tiempo!).

Cuatro años después de musicalizados, Mahler pierde a su hijita de cuatro años, lo cual le hace sufrir culpabilidad, por sentir que tocó puertas prohibidas.

Un largo aplauso acompañado de ovaciones premió a la contralto, al término de su presentación; tan larga que la hizo volver una vez a agradecer al público.

Otra parte importante  del programa fue la presentación por vez primera aquí de la pieza Sonante No. 11, Bosquejos de una ofrenda, de Manuel de Elías, quien nos ofrece un tema de corte modernista, en el que juegan un papel importante las percusiones que, desde el inicio suenan lejanos  como creando un ambiente irreal reforzado por el bajo zumbar de los violines.

La pieza va in crescendo y llega un momento en que el efecto hipnótico de las percusiones atrapa al oyente, insistentes, acompañadas  de los graves metales y las cuerdas frenéticas, para luego volver a la calma, hasta concluir como inicio.

El programa inició con el poema sinfónico Danse Macabre, de Saint-Saens, la más alegre de todas, en la que sentimos a la Muerte bailando en el panteón, los espíritus despertando al jolgorio, hasta que el canto del gallo anuncia el amanecer y los espíritus retornan a sus sepulcros.

Y  la Pavana por una Infanta difunta (del francés Pavane pour une infante défunte), de Maurice Ravel, una famosa pieza para piano solo escrita en 1899 y de la que, en 1910, se publicó una versión orquestal, que es la que escuchamos.

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